El encuentro Septiembre... Romántico y Rioplatense fue todo un éxito. Hoy puedo decir que he encontrado a 10 nuevas amigas que comparten mni pasión por el escribir. 10 personas maravillosas y extraordinarias que se brindan tal y cual son, que comparten, que disfrutan, que animan.
Y gracias a todas las personas que se han acercado para compartir con nosotras este encuentro que comenzó como una idea y la cual se convirtió en un sueño hecho realidad.
Les dejo a continuación un pequeño relato que creé juntando los títulos de algunos de nuestras novelas. Espero que lo disfruten, yo lo hice al escribirlo.
Cariños para todos,
El
reloj de péndulo se detuvo a medianoche y, como si ello me llamara, desperté
de repente. Abrí los ojos acostumbrando mi visión a la tenue iluminación que la
luz de la luna me brindaba al entrar por mi ventana y, Con perfume a jazmín, la brisa hizo su ingreso haciendo que las
delicadas cortinas bailaran una danza y que un escalofrío me recorriera la
columna vertebral al sentirlo. Tu recuerdo golpeó en mi cabeza y sólo atiné a
pensar Quédate en el pasado, aunque
estar En tus brazos y huir de todo mal
era lo que deseaba en realidad.
Pero sabía que ni uno ni lo otro podía
ser posible.
Me acurruqué en la cama doblando las
rodillas y llevándolas hacia mi pecho, las abracé y dejé caer la cabeza encima.
Las lágrimas dibujaron en mis mejillas y los sollozos salieron de mi boca sin
que los pudiera evitar. Aunque sabía que debía hacerlo, olvidarte me era
imposible, porque desde que tus manos recorrieron mi cuerpo, que tu boca y tu
lengua también lo hicieron, mi piel se cubrió de ti.
Fui tuya. Siempre lo he sido y siempre
lo seré. Pueden Tres siglos de
separación mantenernos alejados, pero eres El dueño de mi arte, arte que plasmaste en mí con tus caricias.
Bajé los pies hacia el suelo y, sin
ganas, me levanté y vestí sin prisas. Cepillé mi cabello lentamente, atándolo
en una trenza que dejé caer sobre uno de mis hombros. Respiré profundo,
apartándote de mi mente, de todo lo que me hiciera evocarte, aunque Recordándote siempre estaría.
Estaba lista sin saber por qué debía
estarlo realmente y antes de salir, miré hacia el escritorio. Olvidados, había
dejado allí un Café (humeante), papel y
lapicera, los mismos que cada noche me acompañaban. Me acerqué y tomé entre
mis manos el folio que se destacaba por un pentagrama y su caligráfico título
que lo enmarcaba. Un poema (por Stefan)
convertido en Una canción (para Abril),
leí en voz alta y un estremecimiento me recorrió todo el cuerpo cuando la
puerta se abrió de golpe y una ráfaga ingresó revolucionando el interior.
Retrocedí y me apoyé en el marco de la
ventana. Mi vista me llevó a ver el jardín donde siempre me aguardabas, aquel
donde había cultivado con esmero 150
Rosas rojas que, marchitas, aguardaban a aquella que se había convertido en
La última rosa negra por tu partida,
para unirse a ellas en el olvido…
Y allí estabas tú. Desde El instante en que te vi, supe quien
eras en realidad, pero mi mente se negaba a aceptarlo. Era más simple responder
a tu Entrégate como yo prefería
verte, que reconocer que lo hacía con aquel a quien todos llamaban El ángel de la oscuridad.
Mi corazón latió emocionado, pero inseguro
ante tu presencia. Temía quedarme otra vez sola como aquella noche en La ciudad de los sin tiempo. Tu voz
gruesa y posesiva acarició mis oídos y cerré los ojos dejándome llevar por
ella.
—Siempre supe que serías Mía (El gato y el ratón), Jane (Thompson), y como si de un EnCanto al corazón se tratase, me
enamoraste.
—Pero… —me animé a decir, tantos obstáculos
se habían interpuesto en nuestro camino, que dudé.
—No lo hay. Ya no, porque he vuelto
por ti, para llevarte conmigo.
Sin siquiera darme cuenta, ingresaste
en mi habitación y me tomaste de la cintura haciéndome girar. Mis manos se
posaron sobre tu pecho y mi pulso se aceleró con el contacto. Nuestras miradas
se cruzaron y miles de emociones recorrieron mi cuerpo. Me estremecí en tus
brazos y acercaste más tu cara a la mía.
—Por
esa boca… —expresaste observando mis labios y dibujando una sonrisa en los
tuyos.
—Por esta boca —repetí tocando la tuya
y nos sumimos en la pasión reprimida que desató el beso que nos dimos.
Una canción para Abril - Victoria Aihar
Jane Thompson; Mía, el gato y el ratón; El dueño de mi arte - María Border
Tres siglos de separación; El reloj de péndulo se detuvo a medianoche - Andrea V. Luna.
Por esa boca; Entrégate - Mariel Ruggieri
El instante en que te vi -. María Laura Gambero
El ángel de la oscuridad; La ciudad de los sin tiempo - Karen Delorbe
En tus brazos y huir de todo mal - Fabiana Peralta
Quédate en el pasado - Marta D´arguello
Un poema por Stefan - Estela Escudero
La última rosa negra - Julianne May
EnCanto al corazón; Con perfume a jazmín; 150 Rosas; Recordándote siempre; Café humeante, papel y lapicera - Mimi Romanz